Al buscar la definición de esta palabra, aparecen dos acepciones: una es excederse en el uso de facultades o atribuciones; y la otra es abusar de la benevolencia ajena. En lenguaje simple y llano, por aquí decimos “Le dieron una mano y se tomó el brazo entero”. Es similar a decir que, por el mal uso de las cosas, lo bueno puede convertirse en malo.
Al respecto de las extralimitaciones, extremos y “malos usos” de las cosas, habilidades, emociones y/o sentimientos, encontré este pequeño listado en un libro devocionario llamado “Diariamente en Cristo”:
· El descanso físico se vuelve pereza
· La capacidad de ganancia se vuelve avaricia y ambición usurera
· El disfrute de la vida se vuelve intemperancia
· El placer físico se vuelve sensualidad
· El interés por las posesiones del prójimo se vuelve avaricia
· El disfrute de la comida se vuelve glotonería
· El cuidado de uno mismo se vuelve egoísmo
· El respeto a uno mismo se vuelve soberbia
· La comunicación se vuelve chisme
· La cautela se vuelve descreimiento
· La rabia se vuelve ira y mal carácter
· La benignidad se vuelve sobreprotección
· El juicio se vuelve crítica
· La libertad sexual se vuelve inmoralidad
· La conciencia se vuelve perfeccionismo
· La generosidad se vuelve derroche
· La protección de uno mismo se vuelve deshonestidad
· El cuidado se vuelve miedo
En otras palabras, cuando abusamos de las cosas, las bendiciones y dones pueden convertirse en maldición; por lo que debemos ser prudentes y sabios en todo cuanto manejamos o somos.
Proverbios 24:3
Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará
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