Hechos para persistir

¿Alguna vez haz analizado que, todos los días de nuestra vida, todo nuestro existir es una batalla constante?  Todo empieza desde la misma fecundación: ¿cuál llegará primero?; cuando nacemos, la batalla contra las enfermedades que afectan a los infantes; a falta de habla, gritamos para que nos entiendan; batallamos para entender y comprender lo que nos enseñan en la casa, y cómo ello contrasta con los bombardeos externos. Pubertad, adolescencia, relaciones sentimentales, empleo, sociedad, entre otros más, también se constituyen en “cruzadas”, y de la única manera que una cosa trae la siguiente es persistiendo y alcanzando.
 Nuestra naturaleza fue hecha para persistir. ¿Te imaginas, por ejemplo, que todos los infantes pensaran: “Me cansé de intentar que me entiendan, no gritaré; si no entienden mi lenguaje, allá ellos”? Cuando lleguen las enfermedades, los padres no sabrán qué les afecta, y la sociedad se quedaría sin próxima generación. ¿Y qué pasaría si, en la primera dificultad en emprender cualquier cosa, todos desistiéramos? No existirían nuevos productos, nuevas empresas, nuevas tecnologías… aún estaríamos en la edad de piedra.
 La próxima vez que te encuentres en dificultades emocionales, de salud, de estudios, o en el ámbito profesional,  piensa en dos cosas: cuánto pierdo y cuánto dejo de ganar si me rindo y me quedo como estoy. La próxima vez que tengas un “desacuerdo” con Dios, pensando que no te hace caso o tarda en responderte, y entiendes que tienes los “prerrequisitos” para que te atienda, analiza si debes cambiar de estrategia o modificar tu objetivo, pero jamás desistas de Dios.
 Apocalipsis 2:10b
Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

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