pasar tiempo con el señor


Ah, no, otra vez no», susurró Helena para sí, al despertar de un profundo sueño a las dos de la madrugada. Por varias noches, se había despertado de madrugada y no había podido volver a dormirse.
Helena trató de contar ovejas, y luego de contar de atrás para delante, pero todavía seguía despierta. La leche tibia solo logró despabilarla. Por varias horas cada noche, se sintió muy mal, esforzándose por volverse a dormir y preocupándose por la causa del problema.
Durante el día, le resultaba muy difícil concentrarse en su trabajo, y los oscuros círculos en sus ojos la hacían ver mucho mayor de lo que era.
Entonces una noche, cuando se despertó muy de madrugada, Helena tomó su Biblia y comenzó a leerla y a estudiarla. Durante las muchas noches que siguieron a esa, escudriñaba la Palabra de Dios y de forma gradual comenzó a entender el mensaje que le ofrecía. Su contar ovejas cambió a contar bendiciones, y descubrió enseguida que siempre se dormia antes de que pudiera contar todas las bediciones.
En lugar de temerle a su insomnio, anhelaba estudiar la Palabra de Dios en la madrugada. El poder de Dios y su presencia le llenaban el alma. Poco a poco, mientras más tiempo pasaba con Dios, más poder espiritual sentía y aumentaba su sentimiento de autoestima. Por primera vez en mucho tiempo, Helena se sintió en control de sus sentimientos y comenzó a creer que en Él podía hacer todas las cosas por medio de Cristo.
Al final, el insomnio de Helena desapareció y volvió a tener dulces sueños. Se aseguró, sin embargo, de pasar tiempo con el señor durante el día. Seguía agradecida por sus noches sin dormir; Dios usó ese tiempo para enseñarle la verdad de vivir y el gozo de amar. Cuando contaba sus bendiciones, se daba cuenta de que la respuesta para dormirse no estaba en contar ovejas, sino en clamarle al Pastor de ovejas.
 Y haré de ellos y de los alrededores de mi collado una bendición. Haré descender lluvias a su tiempo; serán lluvias de bendición. --Ezequiel 34:26