¿Qué quieres que Jesús haga por ti?

Sin duda alguna, para evitar molestias hacia los demás, nos cohibimos de pedir ayuda, aun si la necesidad se hace bastante evidente. ¿Alguna vez te pasó?

En el capítulo 4 de 2da de Reyes, a partir del versículo 8, la Biblia menciona a una mujer bastante importante, quien se caracterizaba por tener un corazón piadoso y hospitalario para con el necesitado. Por ello, decidió construirle una habitación al Profeta Eliseo, para que cuando él pasara por su ciudad a ministrarlos, tuviera un lugar de descanso.

¡Qué gran actitud la de esta mujer! Por su gran corazón el profeta se sintió en deuda con ella, por lo que quiso hacerle el bien, mas cuando mandó a preguntar por su necesidad, ella se negó a aceptarlo, aun sabiendo que el anhelo más profundo de su corazón era llegar a ser mamá.

Ella simplemente dijo: “Yo habito en medio de mi pueblo”. En otras palabras: ¡No necesito nada!, o ¡Todo está bien!

Sabemos que Dios conoces nuestras necesidades, pero Él desea que de nuestros labios salgan palabras que toquen su corazón.

Quizá hoy te sientes agobiado por la escasez o afligido por la incertidumbre, pero por no molestar a Dios o sentirte una carga para tu prójimo, has decidido callar. ¿Crees que es lo correcto?

No te encierres en tus problemas, necesitas abrir tu corazón y decir cómo te sientes; de lo contrario, el silencio te llevará a pensar que a nadie le importas.

¿Recuerdas al ciego Bartimeo? No le importó lo que la gente podría pensar de él, porque desde el momento que supo que Jesús pasaría por su ciudad, rompió el silencio para clamar por su necesidad.

Ahora te pregunto a ti, ¿Cuál es tu necesidad?, ¿Estás dispuesto a pedir ayuda a Dios? o ¿Prefieres callar?

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

1 Juan 5:14 (RVR1960).
¡Jesús está dispuesto a responder a tus necesidades!