Dilación al extremo

¿Te has puesto a pensar lo ingeniosos que somos en buscar excusas para dilatar las cosas? “No me siento de humor”; “Estoy cansad@”; “Tengo mucho trabajo”; “El tiempo no me da”; “El gobierno me la está poniendo difícil”; “El esposo de la cuñada de la hermana de la madre de mi vecino, murió”;  y decenas más, utilizamos e inventamos cada día para no hacer lo que tenemos que hacer, en el tiempo que debemos hacerlo.
 Si analizas la mayoría de las “excusas pro-demora” que has puesto en tu vida, te encontrarás que en la mayoría has apelado al sentimiento de quien te excusa, o peor aún, te has auto compadecido. El tema ha llegado a tal límite que hasta producciones cinematográficas y series televisivas han tocado el tema, llevándolo a la post-muerte: “se murió y aún ‘no cruza’ porque dejó algo pendiente”.

Muchos planificamos hacer algo y, lo dilatamos tanto, que llegamos hasta olvidar por qué queríamos hacerlo.  En tal sentido, ¿cuándo fue la primera vez que planificaste hacer la voluntad de Dios? ¿Ya empezaste o aún le inventas excusas nuevas? Si ese es tu caso, no lo sigas posponiendo, porque ante Dios no se puede ir con excusas “apelando a sus sentimientos”.

Ante Dios, y ante el resto de lo que planificamos, la acción es lo que produce resultados; las excusas, déjalas a los mediocres.
 
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.

2 Timoteo 2:15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Cuidémonos del sicariato

A la persona que arrebata la vida de otro ser humano a cambio de un pago, se le conoce como "sicario".  Esta detestable profesión es ejercida por individuos que se mueven en las tinieblas, desprovistos de cualquier vestigio de respeto por la integridad de sus semejantes.
La falta de educación, la proliferación del tráfico y consumo de drogas, el deterioro progresivo de sociedades que han abandonado los valores fundamentales de la moral, el afán desmedido por obtener y exhibir riquezas a como dé lugar, y la exaltación a través de los medios de comunicación de figuras artísticas que son todo, menos un un buen ejemplo, son parte de una larga cadena de males que sirven como caldo de cultivo para la capacitación de matones a sueldo.
Hace mucho tiempo, sólo podíamos enterarnos de la existencia de este tipo de personas a través de las producciones de Hollywood; pero ahora se ha convertido en pan diario de las noticias en nuestros países: Alguien que desde la cárcel encarga el asesinato de quien provocó su encarcelamiento.  Exesposos celosos que quieren dar una "lección" al presunto artífice de su separación.  Ajustes de cuentas por deudas no saldadas.  Entre otras cosas.
Es terrible enterarse que en muchos casos, el sicario se confunde y mata a la persona equivocada, o a quien simplemente pasaba por el lugar equivocado a la hora inoportuna.  Sea que se equivoque o no, es un acto aborrecible que pinta un retrato de cómo anda el mundo.
Cuidémonos de ser confundidos.  Cuidémonos de ser los objetivos.  Pero más aun cuidémonos de ser los sicarios.  Cada vez que le hablamos mal a una persona, lo estamos matando (Mateo 5:21-22), le estamos robando la estima.  Cada vez que en lugar de amor, demostramos antipatía por quienes nos rodean, nos convertimos en asesinos (1 Juan 3:15).  Y esta labor no se queda sin paga; es Satanás mismo quien nos propone realizar el trabajo.  Si cometemos el error de acpetar el encargo, la paga que nos corresponde será la misma muerte (Romanos 6:23).
Renunciemos a la industria del sicariato espiritual.  Llevemos vida en vez de muerte, y amor en vez de odio.

! Ya no soporto mas!

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12.
Sí, bienaventurado es mientras sufre la tentación.
Nadie puede ver esto hasta que sus ojos hayan sido ungidos con el divino colirio.
Mas debe sufrir sin rebelarse contra Dios ni apartarse de su integridad. Bienaventurado es el que ha pasado por el fuego y no ha sido consumido como el falso metal.
Cuando ha terminado la prueba, viene la marca de la aprobación divina: «la corona de la vida».
Como si dijera el Señor: «Que viva; ha sido pesado en balanza y no es hallado falto».
La vida es el galardón: no la simple existencia, sino una existencia santa, feliz y verdadera, que realiza el plan de Dios en nosotros.
Una forma más elevada de vida espiritual y de felicidad, corona a quienes han pasado por las más duras pruebas de la fe y del amor.
El Señor ha prometido la corona de la vida a los que le aman.
Sólo quienes le aman pueden mantenerse firmes en el momento de la prueba; los demás, caerán, murmurarán o volverán al mundo.
Alma mía, ¿amas al Señor?
¿Le amas de verdad?
¿Con todo tu corazón?
Entonces has de saber que ese amor será probado; pero las muchas aguas no lo apagarán, ni los ríos lo ahogarán.
Hoy es día para soportar la tentación y vencer.
Señor, haz que tu amor alimente el mío hasta el fin.

Diez cosas por las que nunca se sentirá arrepentido como Padre

La Revista Encounter publicó una vez esta lista de Diez cosas por las que usted como padre nunca se sentirá arrepentido:
1. Por dar lo mejor de usted, aun cuando se sienta desalentado.
2. Por escuchar antes de juzgar en las riñas familiares.
3. Por pensar antes de hablar cuando está emocionalmente afectado.
4. por no pensar mal del que va con cuentos.
5. Por ser generoso con el enemigo, tal vez, el vecino.
6. Por evitar que sus orejas entren en el chismorreo sobre la cerca.
7. Por confiar en sus principios al tratar con adolescentes.
8. Por pedir perdón cuando comete un error, hasta cuando sea a su hijo.
9. Por ser justo con el repartidor de diarios.
10. Por aceptar la tutela de otro niño.
La mayoría de nosotros conocemos los ideales para ser buenos padres. Poner esos ideales en práctica es lo difícil... ¡Pero también es lo más reconfortante!
Nuestros hijos nos dan la oportunidad de ser los padres que siempre deseamos ser.
Mateo 7:12
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.