Cuidémonos del sicariato

A la persona que arrebata la vida de otro ser humano a cambio de un pago, se le conoce como "sicario".  Esta detestable profesión es ejercida por individuos que se mueven en las tinieblas, desprovistos de cualquier vestigio de respeto por la integridad de sus semejantes.
La falta de educación, la proliferación del tráfico y consumo de drogas, el deterioro progresivo de sociedades que han abandonado los valores fundamentales de la moral, el afán desmedido por obtener y exhibir riquezas a como dé lugar, y la exaltación a través de los medios de comunicación de figuras artísticas que son todo, menos un un buen ejemplo, son parte de una larga cadena de males que sirven como caldo de cultivo para la capacitación de matones a sueldo.
Hace mucho tiempo, sólo podíamos enterarnos de la existencia de este tipo de personas a través de las producciones de Hollywood; pero ahora se ha convertido en pan diario de las noticias en nuestros países: Alguien que desde la cárcel encarga el asesinato de quien provocó su encarcelamiento.  Exesposos celosos que quieren dar una "lección" al presunto artífice de su separación.  Ajustes de cuentas por deudas no saldadas.  Entre otras cosas.
Es terrible enterarse que en muchos casos, el sicario se confunde y mata a la persona equivocada, o a quien simplemente pasaba por el lugar equivocado a la hora inoportuna.  Sea que se equivoque o no, es un acto aborrecible que pinta un retrato de cómo anda el mundo.
Cuidémonos de ser confundidos.  Cuidémonos de ser los objetivos.  Pero más aun cuidémonos de ser los sicarios.  Cada vez que le hablamos mal a una persona, lo estamos matando (Mateo 5:21-22), le estamos robando la estima.  Cada vez que en lugar de amor, demostramos antipatía por quienes nos rodean, nos convertimos en asesinos (1 Juan 3:15).  Y esta labor no se queda sin paga; es Satanás mismo quien nos propone realizar el trabajo.  Si cometemos el error de acpetar el encargo, la paga que nos corresponde será la misma muerte (Romanos 6:23).
Renunciemos a la industria del sicariato espiritual.  Llevemos vida en vez de muerte, y amor en vez de odio.

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