Dilación al extremo

¿Te has puesto a pensar lo ingeniosos que somos en buscar excusas para dilatar las cosas? “No me siento de humor”; “Estoy cansad@”; “Tengo mucho trabajo”; “El tiempo no me da”; “El gobierno me la está poniendo difícil”; “El esposo de la cuñada de la hermana de la madre de mi vecino, murió”;  y decenas más, utilizamos e inventamos cada día para no hacer lo que tenemos que hacer, en el tiempo que debemos hacerlo.
 Si analizas la mayoría de las “excusas pro-demora” que has puesto en tu vida, te encontrarás que en la mayoría has apelado al sentimiento de quien te excusa, o peor aún, te has auto compadecido. El tema ha llegado a tal límite que hasta producciones cinematográficas y series televisivas han tocado el tema, llevándolo a la post-muerte: “se murió y aún ‘no cruza’ porque dejó algo pendiente”.

Muchos planificamos hacer algo y, lo dilatamos tanto, que llegamos hasta olvidar por qué queríamos hacerlo.  En tal sentido, ¿cuándo fue la primera vez que planificaste hacer la voluntad de Dios? ¿Ya empezaste o aún le inventas excusas nuevas? Si ese es tu caso, no lo sigas posponiendo, porque ante Dios no se puede ir con excusas “apelando a sus sentimientos”.

Ante Dios, y ante el resto de lo que planificamos, la acción es lo que produce resultados; las excusas, déjalas a los mediocres.
 
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.

2 Timoteo 2:15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

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