Como la leche


En todas partes del mundo existen frases, refranes y dichos que la población utiliza para decir ciertas verdades.  Uno de los tantos refranes que se dicen en mi país es “El corazón de la auyama sólo lo conoce el cuchillo”, que se utiliza para inferir que la realidad de las cosas no solamente está en las apariencias, o que nadie llega a conocer en su totalidad a otra persona hasta que no la trata en su momento más oscuro.
 Una expresión con connotación similar la escuché en el fin de semana pasado: “Algunos matrimonios son como la leche: por la nata parece fría, pero el líquido está hirviendo”.  Aunque la expresión se dijo en el contexto del matrimonio, por experiencia sé que se aplica a casi todas las sociedades u organizaciones, desde el seno familiar hasta la más encumbrada empresa, y hasta país: por fuera se ven deseables, felices y contentos, pero por dentro se llevan como un huracán categoría 5+.
 En un mundo ideal (casi utópico), las apariencias no engañan; lo que se dice es lo que se practica; todas las promesas y compromisos son honrados; la honestidad es una regla, no una excepción; la carga de trabajo se equilibra entre grandes y pequeños; en las sociedades, iniciando en los matrimonios, “la leche se siente tal como parece”. Sin embargo, ya sabrás que no es así. Por tanto, el compromiso empieza en casa; la responsabilidad empieza contigo y conmigo: “lavemos los trapos sucios de casa”, luego veremos cómo contagiamos al resto.
 2 Corintios 13:11
Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.

No hay comentarios: