“Lo que no se exhibe…”



“Lo que no se exhibe, no se vende”, recordaba recientemente la frase que hace unos años recibí, en respuesta a la interrogante que hiciera en un grupo de estudio: “¿Por qué algunas féminas tienen la necesidad de mostrar ‘lo que Dios les dio’ al mundo?”.  Ya te imaginarás la discusión que se “armó” entre tres con educación espiritual y/o religiosa, cuatro que no creían en religiones, y un ateo “a morir”.

Recordaba la pregunta porque noto que, con educación espiritual y/o religiosa o no, cada día el “dejar a la imaginación” ha ido desapareciendo en la forma de vestir, tanto de hombres como mujeres. Cuando no son faldas tan cortas que mi pañuelo tiene más tela que estas, es ropa tan ceñida que pareciera que hay que quitarla con espátula, o prendas transparentes como agua de manantial.  Lo interesante del caso es que siempre encuentran justificación para ello, como por ejemplo, “cada vestimenta en su espacio” o “lo que importa es lo que hay en el corazón”.

Me pregunto, dado que las palabras (y sus usos) han sido “modificadas” a través de los años, ¿cómo se traduce hoy la expresión “casta y respetuosamente”? (1 Pedro 3:2).  También me pregunto, si aseguramos y expresamos que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, ¿asimilará Dios el tema de la “moda” y “actualización”, y “ajustará” con el tiempo el significado de la expresión indicada?  No solamente en el vestir, sino también en cada aspecto de nuestro andar.

Evaluémonos seriamente, a ver si la moda y la “actualidad” se han llevado la moral, la decencia, el respeto al prójimo, y los valores que Dios nos dejó plasmados en Su Palabra.

Efesios 5:8 ; Romanos 13:14

[…] andad como hijos de luz ; vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.


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